Ubicada preferentemente en nuestras costas, posee extraordinarias propiedades como sales minerales, proteínas, calcio, Omega 3, vitaminas A y D, y que son esenciales para los recién nacidos, en su crecimiento, formación de sus tejidos nerviosos y en la función visual, aumentando su coeficiente intelectual; en los adultos, previene o evita el colesterol malo, las enfermedades cardio-vasculares, y preserva la memoria; y en las mujeres, previene los cánceres de mamá y del colon, y regula sus temperaturas durante los periodos de embarazo.

Desde el pasado pre-colombino peruano, con la llegada de los primeros habitantes, la Anchoveta se convirtió en la principal fuente de proteína animal, además de la dieta alimentaría de las aves guaneras, que luego convirtieron a nuestro país, en extraordinario proveedor del guano de islas, notable fertilizante natural. Luego de la guerra con Chile, y desde mediados de los años 50 del siglo pasado, las primeras fábricas harineras, inician la explotación de la Anchoveta, y en forma progresiva, afectando su biomasa, la supervivencia de las aves, y la producción del guano, que aún alcanzaba las 300 mil toneladas anuales, con la presencia de 33 millones de aves, e ingresos que significarían en la actualidad unos 13 mil millones de dólares.

A inicios del actual siglo, con un grupo de profesionales de la pesca, iniciamos una gran campaña para volver a fomentar el consumo de la Anchoveta, recordando a la empresa CAMAR (Conservera y Atunera del Mar) en Sechura-Piura, iniciadora de la producción de conservas de Anchoveta entera, en agua y sal, que inclusive, fue tema principal durante la campaña electoral del 2006. Lamentablemente, la penosa designación de Rafael Rey, como Ministro de la Producción, dio inicio a una etapa de destrucción de nuestra pesquería, con el otorgamiento de la Anchoveta a intereses económicos, mediante la Ley de Cuotas (Decreto Legislativo 1084), exonerado de nuevos Derechos de Pesca e impuestos, es decir, gratuitamente; mientras la actividad de consumo humano, carece de incentivos y de una infraestructura adecuada.

El 98% de las especies extraídas de nuestro mar, hace más de veinte años, están siendo destinadas a la fabricación de harina, mientras nuestra población debe completar su consumo de pescado, con especies de dudosa calidad, importados de Vietnam, Singapur, China, etc.; manteniendo alejada a nuestra Anchoveta de los mercados populares, para dar la falsa impresión que no tiene acogida entre nuestros consumidores.

El enriquecimiento de unos pocos, a expensas del desempleo y hambre de las mayorías, es el punto neurálgico de una corrupción creciente, disfrazada de lo que se denomina Economía de Mercado, implementada desde fines del siglo pasado, prefiriendo exportar nuestros recursos naturales como simples materias primas, que destinarlos a solucionar las necesidades básicas de nuestra población.