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SI NO HACEMOS NADA, GRANDES CATÁSTROFES SE CIERNEN SOBRE LA TIERRA

¿ACABARA EL HOMBRE CON EL PLANETA?

La destructiva contaminación ambiental está incrementando la acumulación de carbono, descongelando los glaciares, acidificando y aumentando el nivel del mar, como resultado de la actividad humana, basada en el desarrollo industrial mercantilista, y la utilización del petróleo como generador de energía, el cual, al quemarse, siendo un combustible fósil, desprende carbón o bióxido de carbono, altamente tóxicos.

Juan Rebaza Carpio.

Publicado: 2017-10-13


El petróleo es producto de materias orgánicas de fondos de mar o zonas lacustres, desde pasadas eras geológicas, enterrados bajo pesadas capas de sedimentos, que se extraen mediante bombeo, provocando derrames en las áreas de perforación, además que los desechos y químicos basados en el petróleo, se arrojan al mar en forma de desperdicio.

Los llamados Gases de Efecto Invernadero (GEI), están pues conformados principalmente por el bióxido de carbono (Co2), derivados del uso de combustibles fósiles (petróleo, gases, carbón), de actividades industriales contaminantes (petroleras, mineras, pesqueras, etc.), y de la de forestación. Y aún el capitalismo financiero vigente, mediante grandes corporaciones, especialmente del sector energético mundial, continúan invirtiendo miles de millones de dólares, en exploraciones y explotaciones de combustibles fósiles, a los cuales tendrían que renunciar, para evitar incrementar en dos grados centígrados, la temperatura promedio de nuestro planeta, y dedicar los mayores esfuerzos, para adoptar nuevas formas de energía, y en consecuencia, un nuevo modo de economía mundial, con tecnologías creativas; entendiendo que la conservación y respeto a la naturaleza, constituyen una tarea fundamental e irremplazable.

Hasta el momento, los gobiernos y el capitalismo empresarial, mantienen un perverso desinterés ante los inminentes e irreversibles daños contra la humanidad, que la mayoría de medios de comunicación ocultan; y hasta las reuniones internacionales denominadas COP, resultan conversatorios demagógicos sin vinculación alguna, pues lejos de reducirse las emisiones de bióxido de carbono, éstas vienen incrementándose, envenenando el aire, las aguas, el agro, y las vidas animal y humana.

El mar recepciona las enormes energías del sol, y las distribuye a través de las corrientes marinas a las altas latitudes, donde se libera, regulando el clima de las regiones para hacerlas habitables, de lo contrario, la vida en los trópicos sería intolerable, y los polos se cubrirían de hielos eternos, sin posibilidades de formas de vida. Debemos pues, mirar el mar como un ecosistema frágil y limitado, del cual depende la preservación de nuestro planeta, la vida y la alimentación de sus habitantes, como ya lo entienden millones de ciudadanos del mundo, quiénes masivamente empiezan a movilizarse en diferentes partes del planeta, para exigir el derecho a la vida, a través de una profunda transformación del sistema económico.


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